jueves, 30 de junio de 2011

Comunicado de la concentración del 30/06/2011

Cuando un niño muere en mitad del Estrecho, cuando vuelve a haber desaparecidos en nuestro mar… ¿cómo no recuperar los sueños que nos hablan de un mundo sin fronteras, aunque nos llamen ilusos y soñadores? ¿Cómo renunciar al supremo derecho a la utopía si lo único que nos queda es la imagen de cadáveres en la playa o de mujeres embarazadas, intentando burlar de esa forma su expulsión del paraíso? ¿No cabe preguntarse a qué viene que nos hablen tanto de vigilancia, de seguridad y de defensa? Seguridad, ¿para quién? Defensa, sí, pero ¿de qué intereses?

Frente a los Estados que antes que proteger al pueblo soberano, se convierten en las voces de sus verdaderos amos; esto es, los consejos de administración de las transnacionales; tenemos que levantar la bandera de la esperanza y creer que es posible la ciudadanía responsable y participativa para todos.

Frente a los sistemas integrados de vigilancia exterior que llenan de microchips las playas de nuestro mar mestizo, trabajemos por convertirlo en el mar de la solidaridad.

Frente a las leyes que no sólo intentan blindar las aduanas sino que han logrado resucitar el esclavismo con un ejército de mano de obra barata, no nos quedemos en la caridad de una manta sobre los hombros ateridos de una espalda mojada.

Apostemos por buscar cuáles son las causas de esa larga miseria y confiemos a pies juntillas que la única solución para acabar con ese lamentable espectáculo de la injusticia es el desarrollo y el equilibrio entre los pueblos.

Ahora los “papeles” se arreglan con cuentagotas para aquellos que no sólo vienen a buscarse la vida sino que ayudan al llamado “estado del bienestar”, que se encuentra manifiestamente en peligro. Y si ese sistema peligra no es porque vengan inmigrantes a cotizar en la seguridad social, sino porque un sinnúmero de tunantes están vendiéndolo por causa de un sistema cuyos únicos valores son los que cotizan en bolsa y que todo lo resuelve mediante privatizaciones, flexibilidad en los despidos y libertad para unos pocos a costa de los de siempre: la clase obrera, los marginados, los sin techo, los sin nada, los sin nadie. Los de aquí y los de afuera.

Ojalá se anuncie que las grandes potencias decidan reunirse para repartir su cuota de responsabilidad en la urgente reparación del planeta tierra y de quienes lo habitan. Que decidan cumplir, aunque sólo sea eso, con el 0,7 por ciento de los presupuestos públicos que se les exige para evitar que la nave de nuestro mundo se escore definitivamente hacia el naufragio colectivo.

Motril Acoge, y muchos ciudadanos se resisten a la pasividad mientras nos vamos a pique. Somos hombres y mujeres de la sociedad civil europea que están dando la voz de alarma, lanzando un SOS, una botella con un mensaje que dice: o nos salvamos todos o no se salva nadie

Hasta ahora, eso que llaman globalización se está cortando como un traje a medida de los grandes intereses comerciales. Ya va siendo hora de que nos permitan ponerle un corazón a juego, emociones humanas; eso que se llama amor.

Ese niño que murió hace unos días, se merecería al menos un beso de despedida sobre la frente. Y ojalá que en las huellas de los labios pudiera leerse la palabra justicia.

Motril Acoge

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