jueves, 30 de octubre de 2008

EL ESTRECHO MÁS LARGO, LA TRAGEDIA MÁS SUMERGIDA



Comunicado de José Chamizo, Defensor del Pueblo Andaluz, con motivo del 20 aniversario de la primera muerte en el estrecho.

No entiendan estas palabras como aportación para un triste aniversario. Más bien es la expresión pública de las sensaciones de cierto vértigo que me ha causado la oportunidad de rescribir la historia viva de un fenómeno —no un problema— como es el de la migración que no alcanzamos a normalizar. Y de las consecuencias que nos depara no entender todo lo que empuja a un ser humano por su vida y su dignidad.

Estos años nos han puesto en evidencia, con un torrente de datos, cifras, referencias e información, las contradicciones entre la más absoluta realidad y la falta de respuesta coherente y consecuente por parte de una sociedad poco concienciada y peor informada sobre la inmigración vista desde nuestra costa.

El sentido y alcance de la migración está escrito en la historia de los seres humanos, que no es sino el relato de sus desplazamientos y de la búsqueda de un territorio, de un lugar para vivir.

Vivir y ser razonablemente feliz es el deseo de los hombres y mujeres enmarcados en un determinado espacio. Y esa pauta de conducta es tan cierta como universal. Porque las costas del estrecho, Tarifa,no son muy diferentes de las fronteras del Caúcaso, de los puertos de Dover o Plymouth, de Río Grande o la costa del norte de Australia; son sólo nombres entre otros lugares de la misma tragedia.

Estamos ante una batalla con muchos frentes abiertos; y el más duro entre nosotros es el de la incomprensión y el rechazo. El tiempo que recordamos se ha transformado en la crónica de una terrible contradicción: una realidad insoslayable y presente que no es asumida con inteligencia, ni mucho menos con generosidad. Todavía discutimos para quién es el muerto.

El acto que hoy queremos construir encierra una mirada al sur, al horizonte en el que se divisan tenues las siluetas de pateras y paquebotes de miedo. Pero también nuestro mensaje tiene que saber orientar la vista, superada la costa, tierra adentro y relatar la vida y el complicado proceso de estancia de quienes no tienen ni la conciencia de ser auténticos héroes de la supervivencia.

Hoy es momento de recordar todos los nombres: personajes, asociaciones, políticos, defensores; en definitiva quienes participan, con honestidad, en este compromiso de poner cordura y piedad ante esta realidad compleja pero, desde luego, sin postergar un ápice el merecido protagonismo de las mujeres y hombres cuyas epopeyas anónimas llenaron el recuerdo de este aniversario.

Les destaco una frase que resume muchas ideas que he revivido para ordenar mis pensamientos. Las pronuncia mi amigo Juan José Téllez: “un crimen está ocurriendo a nuestro lado y, sorprendentemente, sólo sentimos miedo de las víctimas”.

Debo confesarles que percibo muchas sensaciones de desánimo y de pesimismo ante la situación actual que se vuelve más negra si atisbamos el futuro inmediato que nos vaticina este mundo ocupado en la crisis del número y más olvidado de la tragedia de las personas.

Quiero creer —veinte años más de dudas—que estamos a tiempo y me gustaría poder decir algún día que las predicciones no acertaron: me gustaría que este encuentro quedara, cuando menos, como un serio y eficaz recuerdo de lo que fue, pero que finalmente hemos podido corregir.

Ningún aniversario más como éste.

Muchas gracias.
José Chamizo de la Rubia

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