PRENSA: La llegada de 'sin papeles' a las costas cae casi a la mitad con respecto a 2006

A. FUENTES. SEVILLA.

Lo auguraban en los últimos días los responsables del Gobierno y de la Junta en materia de inmigración y los datos así lo confirman: en lo que llevamos de 2007 se ha producido un notable descenso, un 42,1 por ciento con respecto a 2006, en la llegada irregular de inmigrantes en patera a las costas andaluzas.

A pesar del repunte a finales de agosto y todo el mes de septiembre, los datos de la Delegación del Gobierno andaluz a 1 de octubre revelan que el número de inmigrantes interceptados por el sistema integrado de vigilancia exterior (Sive) en las comandancias costeras andaluzas desciende casi a la mitad en la zona de Almería -en los dos últimos años, la ruta preferida para la entrada de pateras en la comunidad- y baja considerablemente en Málaga, (69,7 por ciento) y Granada (45,3). Del análisis de las cifras también se extrae que la ruta del Estrecho, esos escasos 14 kilómetros que separan Marruecos de las costas gaditanas, vuelve a reactivarse, aunque la llegada de embarcaciones ahora se produce a una escala infinitamente menor a la conocida en las dos últimas décadas, cuando el Estrecho de Gibraltar era la principal puerta de entrada de la inmigración clandestina, no sólo de Andalucía sino de España, hoy ya desbancada de ese triste liderazgo por las islas Canarias. Como dato, a las islas habían llegado a principios de septiembre más de 6.000 inmigrantes, la mayoría de los países subsaharianos, y el goteo de cayucos desde entonces ha sido prácticamente diario.

En Andalucía, la vigilancia en la zona, conocida por las mafias y los propios inmigrantes, ha ido desviando el rumbo del proyecto migratorio hacia la parte más oriental de la región, una variación observada por primera vez el pasado año pero que tiene visos de no prosperar, ya que el Sive instalado en Almería también merma las posibilidades de estas personas de tocar tierra española. La suerte de bordear los sistemas de vigilancia ha provocado en los últimos meses apariciones tan insospechadas como pateras en Alicante, Murcia o las Islas Baleares. Los sistemas de vigilancia provocan distintas opiniones según se interrogue a responsables gubernamentales o asociaciones de ayuda humanitaria. Para Juan José López Garzón, delegado del Gobierno en Andalucía, el progresivo descenso de llegada de pateras a las costas andaluzas, año tras año desde 2004, se debe a los acuerdos de colaboración entre España y el principal país de origen de la inmigración, Marruecos y, en segundo lugar, al funcionamiento de estas herramientas, "que no sólo salvan vidas, al ver las pateras a gran distancia, sino que causa un efecto persuasivo para que esta población no corran riesgos a bordo de frágiles embarcaciones en la dureza del mar".

Sin embargo, para Ana María Jiménez, presidenta de Andalucía Acoge, no todo pueden ser políticas de control, sino que habría que profundizar en los motivos por los que estas personas quieren venir a Europa y llegan a las costas andaluzas: la situación de miseria que padecen en sus países. "La hambruna no conoce fronteras ni barreras y el número de inmigrantes desciende pero su situación persiste y, mientras no se ayude a mejorar sus condiciones, seguirán jugándose la vida y llegando a Andalucía", pronostica Jiménez. De hecho, el buen tiempo reinante en la comunidad en los primeros días de octubre ha propiciado que otras 353 personas hayan intentado llegar en patera a Andalucía en los primeros 15 días de octubre, la última de ellas, la interceptada en aguas próximas a Cabo de Gata el viernes. "Son personas jóvenes, de 18 a 25 años, que deben favorecer al desarrollo de sus países, para lo que se deberían crear cauces reales para llegar a España, con contingentes de trabajadores, que ahora mismo no son suficientes ni están bien orientados", criticó Jiménez. Por ello, incidió en que más que el descenso provisional de pateras en 2007, "la gran noticia sería que no llegara nadie porque pudieran vivir en sus países".

Comentarios